domingo, 1 de noviembre de 2009

VIVES EN MÍ



                           Mariano, mi hijo, que desde el cielo
                                           sigue siendo antorcha de mi vida


No habré de hallarte

entre los muertos.

Te revivo en mi ser
cada mañana,
y te abrigo de amor
en cada madrugada.

Presencia viva
desde la alborada,
te encuentro
en el sol que fructifica,
en el viento
que mece los trigales,
en el mar,
desmembrador
de soles y de lunas.

Te encuentro
en las olas,
que intrépido remontas,
en tanto
me busca tu mirada
húmeda
de yodo y sal marina,
y tu brazo
de algas y de espuma,
entre la marejada
me saluda.

Te encuentro
en las lluvias de abril,
que te trajeron
y en las fresias
que aromaron tu partida.

Estás en cada trozo
de mi vida,
en mis logros
y en algún fracaso,
en mi llanto y mi risa,
en cada amanecer
y en mi crepúsculo.

Ya no quiero buscarte
entre los muertos.
Quiero al fin,
al dolor,
cerrar la puerta.

No obstante,
mi alma es contradictoria.
Y aquí estoy…
escribiéndote estos versos
y dejando a tus pies
mis flores muertas.
         
                     Julia Cerles