martes, 27 de abril de 2010

MILAGRO EN OTOÑO


A mi hijo Mariano a treinta y nueve años de su nacimiento.
Otoño estrenaba
vuelos nuevos
de hojas amarillas
y oscuras golondrinas,
que partían.

Abril cubría la tierra
con su dorado manto
y vertía
sus últimas tibiezas.

Pálida aún, el alba
de su postrer domingo
me sorprendió despierta.

Oh! Aquella sensación
para mí, inédita...
Aquel sentir, manando
desde la pura esencia.

Inefable certeza
del milagro
y un andar por la casa
como etérea.

Ya transpuesto el umbral
de mediodía,
un estallar la entraña,
un vendaval de hojas
y de alas,
un tañer de campanas
a porfía.

Y tú, sobre mi pecho.
Rosado... Diminuto...
Todo paz y candor
todo amor puro.

La visión de tu luz selló mis labios
y Abril llovió a raudales,
por mis ojos
                                      
                                              Julia Cerles





domingo, 18 de abril de 2010

ALZEHIMER

Dedicado a mi hermana Elba, quien inspiró esta poesía.

Es un borrón,
  una mancha de tinta sobre la propia historia,
una página en blanco,
paréntesis grotesco en la memoria.

Pero deja el alma al descubierto
desnuda totalmente, sin barnices .

He visto un alma pura,
la he sentido, diría… la he tocado.
He palpado su esencia,
han delineado mis dedos su moldura.

He visto un alma pura que reía
con la risa de un niño bien querido.

La he escuchado cantar un tango viejo
por las calles de tierra que anduvimos
tan sólo por andar …
sin destino, ni prisa.

A veces… una nube…
cubre su claridad y un rictus,
desdibuja en sus labios
la sonrisa.

He visto entre sus manos ateridas
mil palomas cautivas,
una ansiedad de vuelo que tirita
en sus alas quebradas.

Y he visto, claramente,
que anda un niño travieso en su mirada.

                                       Julia Cerles.



viernes, 9 de abril de 2010

AMOR QUE FUE


Te vi en mis sueños.
Te vislumbré en el paisaje
que se adentró en mis ojos
a la hora que el cielo besa el lirio
y la luna cansada se recuesta
en la profunda intimidad del pozo.

Y fuiste realidad
cuando el destino te puso a mi costado
con tu ofrenda de frutos sazonados
bajo el sol ambarino de septiembre
y el canto de la acequia fue más claro
y más suave el viento en los hinojos.

Y tuvo nuestro encuentro la pureza
con que la luz del alba deshilacha
el velo misterioso de la noche
y devora sonámbulos fantasmas
cuando esgrime su pincel de oro
y tiñe de esperanza la mañana.

A la hora que el cielo besa el lirio
fuiste puente desde mi alma al sueño
una hoguera de sol entre mis palmas
y la simiente que alumbró mi vientre

Hoy eres el camino que claudicó en el polvo
un aleteo apenas en mi cielo de otoño.

                                                        Julia Cerles