martes, 27 de abril de 2010

MILAGRO EN OTOÑO


A mi hijo Mariano a treinta y nueve años de su nacimiento.
Otoño estrenaba
vuelos nuevos
de hojas amarillas
y oscuras golondrinas,
que partían.

Abril cubría la tierra
con su dorado manto
y vertía
sus últimas tibiezas.

Pálida aún, el alba
de su postrer domingo
me sorprendió despierta.

Oh! Aquella sensación
para mí, inédita...
Aquel sentir, manando
desde la pura esencia.

Inefable certeza
del milagro
y un andar por la casa
como etérea.

Ya transpuesto el umbral
de mediodía,
un estallar la entraña,
un vendaval de hojas
y de alas,
un tañer de campanas
a porfía.

Y tú, sobre mi pecho.
Rosado... Diminuto...
Todo paz y candor
todo amor puro.

La visión de tu luz selló mis labios
y Abril llovió a raudales,
por mis ojos
                                      
                                              Julia Cerles